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En 2014 Amazon desarrolló una inteligencia artificial de reclutamiento que aprendió que los hombres eran preferibles y empezó a discriminar a las mujeres. Un año más tarde un usuario de Google Photos se dio cuenta de que el programa etiquetaba a sus amigos negros como gorilas. En 2018 se descubrió que un algoritmo que analizó la posibilidad de reincidir de un millón de convictos en EE UU fallaba tanto como una persona cualquiera sin especiales conocimientos judiciales o de criminalística. Decisiones que antes eran tomadas por humanos hoy en día son tomadas por sistemas de inteligencia artificial. Algunas relativas a la contratación de personas, la concesión de créditos, los diagnósticos médicos o incluso las sentencias judiciales. Pero el uso de estos sistemas conlleva un riesgo, ya que los datos con los que los algoritmos son entrenados están condicionados por nuestros conocimientos y prejuicios.
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